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Cuenta con instalaciones que permiten perfeccionar las técnicas de este arte elaborado a base de flores ornamentales.

Por Leticia Ríos

CUANDO ANA MELGAREJO cumplió 50 años decidió emprender un nuevo proyecto, fue así que creó un taller para floristas, donde podría compartir sus conocimientos en la decoración con este producto natural.

Todo empezó hace alrededor de 10 años, cuando organizaba una fiesta de cumpleaños para una de sus hijas y entonces decidió elaborar las mesas de dulces y la decoración de flores, pero al no tener conocimiento de esta última actividad, tomó un curso básico; entonces se enamoró de la fosristería.

«!Me encanto! Me iba al mercado de Jamaica a comprar flores, hacía arreglos para mi casa, los subía a Instagram, la gente me decía ¡Qué bonitos! Cuando llevaba un año haciendo arreglos, entré al Centro de Arte Floral que luego se convirtió en Flower School, ahí aprendí técnicas, luego tomé cursos con ponentes nacionales e internacionales».

Casi una década después, luego de recorrer un camino de aprendizaje a través de diferentes certificaciones con expertos, pudo desempeñarse como maestra florista.

Ahora, ha abierto AEME Florista, ubicado en el Centro Comercial Garden Santa Fe, un taller colaborativo de floristas.

Lo que más le gusta a Ana de su trabajo es el resultado. «Una vez que le dedicaste tiempo a hacer algo y ves que queda bonito, no porque sea muy buena, – que no me considero mala, obviamente-, sino porque las flores en sí ya son bonitas, trabajas con un material que nada más de verlo te hace feliz, por lo menos a mi».

Recordó que varios años atrás, a una exjefa le regalaban flores; todos los días que llevaban los arreglos, todas sus compañeras de oficina se ponían contentas, «entonces saber que algo pone feliz a la gente nada más de verlo, me gusta».

AEME Florista es un espacio que Ana comparte con otras maestras floristas para ofrecer talleres abiertos a personas de cualquier edad. Estos talleres, que son para principiantes, abarcan diversas técnicas y tienen una duración de tres horas cada uno. Las clases no siguen un orden en específico.

«Las participantes salen con una composición floral muy bonita para su casa, usando diferentes técnicas y flores, con una aplicación distinta. Un día puede ser un centro de mesa, otro un arreglo alto para mesa lateral o una canasta de flores».

«A quien le gusta esto, finalmente va a empezar a vender arreglos florales».

Además, las alumnas aprenden teoría sobre como cuidar las flores, como parte de los talleres.

En AEME Florista también se imparten cursos para fechas especiales, por ejemplo, a finales de abril se llevó a cabo uno para festejar el Día de las Madres, en el que mamá e hija elaboraron un bouquet de flores.

Durante la inauguración de AEME Florista, estuvo como invitado especial el florista internacional Mike Hines de Epoch Floral.

Además, en el futuro, este espacio tendrá la participación de otros expertos invitados de renombre mundial.

Fuente: Reforma

Por Ana Melgarejo

CASI DIARIO llegaba un gran arreglo de flores a la oficina. No era para mí, pero me hacia el día. Eran piezas poco comunes para la época en la que, lo que rifaba era la rosa roja y el girasol. La receptora era mi jefa. Una mujer iracunda como de treinta años: casada con alguien distinto al remitente. El efecto de esas flores en las mujeres que ahí trabajábamos era inmediato. Nos remitía a la adolescencia y a los primeros amores. No sé si a mi jefa le remitió ahí, o al juzgado para tramitar su divorcio. Al tiempo, el detallista compañero de trabajo logró el objetivo de casarse con ella y suavizarle el carácter. Y, es que mientras nosotras encontrábamos lo bueno en esas flores que no eran nuestras, él también estaba en eso de la apreciación de lo ajeno.

A raíz de esos eventos, me empezaron a interesar las flores. El poder que tenían en ponernos de buenas, y el poder que tienen para convencer. Es fascinante ver que un arreglo de flores en circunstancias adversas puede consolar a un doliente o, un simple ramo, puede arremolinar decenas de mujeres en una pista de baile para ver quien es la siguiente novia.

Ahora que soy florista, que no vendedora de flores, me gusta ver si mis flores tienen un impacto. Me enorgullezco cuando generan una sonrisa o cuando borran una lágrima. Me encanta ver que en el mundo de las flores hay muchas mujeres que fácilmente se convierten en amigas. Y me pregunto si en un futuro, alguno de mis arreglos será el motivo de alguna separación o el inicio de lo que será una relación duradera.

También me queda la duda si a mi jefa le siguen llegando esos tremendos arreglos florales. Soy Ana Melgarejo, florista y contadora de historias ajenas.